JOHANNESBURGO. Después de seis años de interrogantes sobre la capacidad organizativa de Sudáfrica para albergar el Mundial de Fútbol, hoy, con la inauguración del torneo en el estadio Soccer City de Johannesburgo y la simbólica presencia de Nelson Mandela en el palco, podría comenzar a disiparse las dudas.
Cuando el árbitro uzbeko Ravshan Irmatov suene su silbato para que los jugadores de las selecciones de Sudáfrica y México comiencen a rodar el balón, todo un continente respirará aliviado a la vez tras las reticencias de europeos, americanos y asiáticos a aceptar que estaban preparados.
Como espectador de excepción estará sentado en el palco Nelson Mandela, uno de los símbolos el siglo XX, en el mismo lugar en el que se dirigió a la multitud cuando el estadio se llamaba FNB en 1990, tras ser liberado después de pasar 27 años en prisión por su oposición al régimen del 'Apartheid'.