Por Enrique Rojas
NUEVA YORK -- La Copa Mundial de Fútbol es el evento --deportivo o de cualquier otra índole-- más grande de la tierra y posiblemente del sistema solar, salvo que nos estemos perdiendo algo realmente importante en alguno de los otros siete planetas vecinos.
Basta con saber que el Mundial de Fútbol duplica la audiencia de los Juegos Olímpicos y que solamente la final de Sudáfrica 2010 será vista al menos por 2 mil millones de seres humanos. Casi 300 millones de personas juegan fútbol, que se practica en todos los países del globo, incluyendo El Vaticano.
Antes del primer pitazo en Sudáfrica, el presidente de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado), Joseph Blatter, anunció que el organismo tuvo ganancias superiores a los mil millones de dólares en el último año fiscal.
Ser presidente de la FIFA es más importante que ser gobernante de al menos el 75% de los países del planeta.
Hasta el fanático más extremista de otros deportes, en este caso del béisbol, se rinde ante lo contundente de esas cifras.
El béisbol es un deporte básicamente norteamericano con fuerte presencia en el Caribe y algunos países de Asia, poca incidencia en Oceanía y casi ninguna en África y Europa.