sábado, 12 de junio de 2010

Los haitianos siguen el Mundial en sus casas de campaña

PUERTO PRÍNCIPE — Amontonados bajo tiendas de plástico, viviendas de urgencia tras el terremoto de devastó el país, y con los ojos sobre una pequeña pantalla de doce pulgadas, los jóvenes haitianos ya viven al ritmo del Mundial de fútbol, cuya segunda jornada se disputa este sábado.

"Es un momento raro de relajo para nosotros tras la catástrofe que golpeó Haití el 12 de enero", estimó Pierre-Junior inhalando un cigarrillo y con un vaso de una bebida alcohólica a sus pies, cinco meses después del seísmo.

Cada espectador admitido bajo la tienda del Parque Sainte-Thérèse, transformado en un centro para tiendas de campaña, pagó 5 gourdes (8 céntimos de euro) para seguir un partido del Mundial, en una sesión con un DJ que busca ganarse la vida transformando el lugar donde vive en un bar improvisado.

A la entrada del campamento, adolescentes juegan con un viejo balón, parodiando el torneo planetario en el que no ha jugado la selección haitiana desde 1974, la única participación del país en la gran cita de la FIFA. Pero Denilson, de 11 años, con los pies desnudos en un terreno de fútbol de tierra, sueña con jugar un día en un gran estadio. "Espero que con 18 años pueda jugar el Mundial", dijo el pequeño, bautizado con el nombre de un futbolista brasileño.

Cinco meses después del seísmo que dejó mas de 250.000 muertos y de 1,5 millones de personas sin hogar, los haitianos quieren aprovecharse de este mes de fútbol para relajarse y "olvidar nuestro día a día miserable", dijo Jennifer, de 20 años. "No hay otra diversión en el país, por lo que voy a aprovechar, luego ya veremos", agregó con una mirada tímida.

En las calles de Puerto Príncipe, todavía llenas de escombros de casas derrumbadas, los jóvenes implantaron su "base" y decoraron los barrios con los colores de sus selecciones favoritas y se preparan para la fiesta.

El gobierno prometió ubicar pantallas en las zonas en las que viven los damnificados de la capital del país para permitir que se puedan seguir los partidos, pero los equipos para las proyecciones tardan en llegar, lo que empuja a la impaciencia.

"El presidente no piensa verdaderamente en nosotros. (René) Préval no se preocupa de su pueblo", señaló un espectador en el Parque Sainte-Thérèse.

"Porque a la mayoría de los haitianos les gusta el fútbol, los dirigentes deben ocuparse de este deporte. Es una cuestión política", estima Patrice Dumont, popular periodista de la televisión nacional. Dumont desea que el presidente en persona, Préval o su sucesor, se implique en el deporte con el objetivo de ver un día a Haití participar de nuevo en un Mundial. "Hace falta una política deportiva de verdad", sostiene.

"Ese sueño está todavía lejos", reconoce por su parte el propietario una pastelería decorada con las banderas de los 32 países del Mundial "para atraer clientes".

En la calles, los vehículos están ataviados con banderines y las mototaxis que invaden las avenidas están pintadas con los colores de las selecciones, creando una atmosfera de fiesta en el país, la economía más débil de América, que se prepara para la temporada de ciclones.

Sin embargo, estas condiciones no impiden que un centenar de haitianos hayan comprado entradas para estar en los estadios sudafricanos, según la Federación de Haití de Fútbol (FHF), que envió una delegación de tres personas a la sede del Mundial.

Para el resto de la población, las numerosas radios y las cadenas de televisión ya hacen vivir la fiesta mundialita con largos programas y prometen la retransmisión íntegra de la competición.

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